miércoles, 27 de julio de 2011

La pérdida perinatal y sus efectos psicológicos




La pérdida de un niño no nacido, trae una carga dura para los frustrados padres y su círculo familiar íntimo (progenitores, hijos, etc), poco estudiado en la literatura médica en español, según comenta la investigadora Ana Lopez Garcia, en un artículo publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (2011), donde estudia los efectos anímicos de una pérdida perinatal en los progenitores.

Al ser este un tema tan sensible e interesante, hemos decidió separar este resumen de la investigación en dos partes, y recomendar su lectura completa a quien desee indagar más en esta área.

La primera parte de este resumen, versará sobre los tipos de pérdidas perinatales más frecuentes y sus efectos en la sicología de la gestante. 

En la investigación comentada, se estudian seis tipos de pérdida perinatal:

1. El Aborto espontáneo

Se define como la terminación natural del embarazo antes de que el feto sea viable. Se estima que entre el 15 y el 25% de los embarazos terminan en aborto, la mayoría de los casos antes de las 12 semanas de gestación. Aunque no siempre resulta traumática, la pérdida puede acompañarse de fenómenos de duelo, de intensidad y duración relacionada con la edad gestacional. El final del embarazo por aborto es una pérdida no reconocida social ni sanitariamente.

Además de los síntomas físicos tras el aborto espontáneo, deben añadirse los sentimientos de ineficacia que asolan a las madres, y su sensación de ser imperfectas o inadecuadas para gestar un bebé (defectus incubus).

Algunos autores, han descrito esta sensación en algunas gestantes como si el cuerpo las traicionara, por lo cual se genera desazón, autoreproche y culpabilidad. Como consecuencia de esta condición, normalmente busca el apoyo grupal, se solidariza con experiencias similares y pierde interés por las relaciones sexuales.

Un reflejo social que no ayuda a pesar de intentarlo, es la tendencia a disimular como si nada hubiera ocurrido. Se resta importancia a la pérdida, convirtiendo lo que para los progenitores era un bebé en un ser a medio hacer, con escasa condición humana y se augura como cierto que habrá nuevos embarazos en el futuro: "Sois jóvenes", "en realidad, no era un auténtico bebé", "la Naturaleza es sabia".

2. El Aborto voluntario

Terminar un embarazo por voluntad propia también puede desencadenar una reacción de duelo que recibe una creciente atención en la literatura.

Peppers fue el primero en documentar la respuesta de duelo tras aborto voluntario y encontró que las puntuaciones eran similares a las de mujeres que habían tenido un aborto espontáneo, un mortinato o una muerte neonatal. Si en abortos espontáneos parece haber una conspiración de silencio en su entorno social, en el aborto voluntario, el secretismo es aún mayor.

3. Interrupción voluntaria de embarazo por problemas del feto o amenaza para la salud materna.

Gran parte de estas pérdidas se produce cuando los padres saben que el feto porta alguna malformación o enfermedad. Las mujeres que toman la decisión de abortar se ven abrumadas por sentimientos de culpa y vergüenza, no sólo por haber gestado un feto defectuoso, sino por haber decidido su muerte.

Surgen una serie de paradojas, como que la mujer vea al mismo tiempo la terminación del embarazo como un acto de amor y/o como un asesinato, sienta que ha perdido la oportunidad de ser madre y/o no se vea capaz de serlo de "ese" hijo, quiera ser absuelta por su decisión y/o sienta que no hay absolución humana suficiente o, finalmente, agradezca que la tecnología haya permitido conocer la realidad al tiempo que está resentida porque esa tecnología ha forzado una decisión trascendente para ella y para la vida de su propio hijo en gestación. No es infrecuente camuflar esta pérdida voluntaria del embarazo como un aborto espontáneo.

4 Reducción selectiva en embarazos múltiples.

Los embarazos múltiples suelen ser producto de técnicas de fertilidad, lo que implica que las parejas cuentan ya con una historia de pérdidas o frustraciones. Si la supervivencia de todos los fetos es inviable se practica una reducción entre las semanas 10 y 12, por inyección letal.

Es una amarga decisión que hay que tomar contra el reloj, la energía, la ilusión y el dinero. Los progenitores encaran el impensable dilema de "cuántos son demasiados" después de años de ser incapaces de concebir. La reducción permite un mejor resultado del embarazo que, de haber continuado, podría haber acabado con prematuridad extrema, discapacidad severa o la muerte de todos los fetos.

Apenas se han estudiado las consecuencias psicológicas para la pareja y menos aun para los hijos supervivientes. Además de por la pena, el dolor crece por la incomprensión y soledad pues la mayoría lleva lo ocurrido en secreto, sin dar explicaciones a su entorno para evitar ser enjuiciados.
Aunque muchos progenitores no sufren una pena prolongada un tercio de ellos presenta una depresión moderada y no pocas mujeres recuerdan la intervención como atemorizante, muy estresante y causante de dolor emocional.
Muchas parejas se preguntan cómo habrían sido los hijos que no llegaron a gestar, cómo se hubieran arreglado de haber tenido trillizos, o si los supervivientes echarán de menos durante su vida al hermano con quien compartieron útero.

5. La pérdida por feto muerto intraútero, intraparto (mortinato)

La muerte fetal, ya sea intraútero o en el parto desencadena, según Stroebe y Schut, varias pérdidas que funcionan como estresores. La principal es el bebé ansiado, pero hay otras pérdidas colaterales importantes: el momento de convertirse en padre o madre, el rol de padre o madre si es el primer hijo, el reconocimiento de ese hijo en la mente de los demás pese al tiempo transcurrido, entre otros.

6 Pérdida en embarazos múltiples

La mortalidad perinatal en embarazos múltiples es 7-8 veces superior a la del embarazo único.

Las expectativas de los progenitores y el interés de los allegados convierten a esta gestación en especial.

Por este motivo, cuando uno o más fetos fallecen, la pareja no sólo pierde un bebé, sino un gemelo.

Si la madre debe continuar el embarazo con un feto vivo y otro muerto, necesitará todo el apoyo y comprensión del personal sanitario. El momento del parto será temible y debería darse a los progenitores la oportunidad de tomar en brazos a los dos bebés, si lo desean, sin verse forzados a hacerlo y previa descripción del estado del bebé muerto. Divididos entre la pena por el bebé perdido o moribundo y la alegría por el superviviente, que se convierte en el recuerdo interminable de lo que podría haber sido el otro (bautizo, cumpleaños, el primer diente), sentirán siempre añoranza por el gemelo al que no tuvieron la oportunidad de conocer y a quien no verán crecer.

Existen algunas organizaciones que trata de darle mayor relevancia al duelo perinatal o servir de apoyo para quienes están pasando por tan delicado momento, entre otras:

Uma Manita (España): http://www.umamanita.es/

Era en abril (Argentina): http://eraenabril.wordpress.com/

Para orientación: Nacer Sano (EEUU): http://www.nacersano.org/centro/9260_9880.asp

Fernando Fuentes Pinzón
www.nuestrosmedicos.com
@nuestrosmedicos

Fuente:
LOPEZ GARCIA DE MADINABEITIA, Ana Pía. Duelo perinatal: un secreto dentro de un misterio. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.,  Madrid,  v. 31,  n. 1, marzo  2011 .   Disponible en <http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352011000100005&lng=es&nrm=iso>. accedido en  25  jul.  2011.  doi: 10.4321/S0211-57352011000100005.


Fernando Fuentes Pinzón

Investigador, docente universitario, con interes en los negocios, tecnología y la salud. Creador de los blogs: Emprendo Venezuela, Nuestros Médicos y Fernando Fuentes Pinzón

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